A los 15 años de edad la hoy exitosa empresaria y filántropa Christina Morales ya había sufrido las dos pérdidas más grandes que pueda experimentar un chico a esa edad, primero la muerte de su padre cuando tenía 11 años y luego la muerte de su mamá cuatro años después.
A partir de esos momentos los tres hermanos se separaron y ella, siendo la segunda, se fue a vivir con una tía. Dos años más tarde se mudó con su hermana mayor, quien apenas tenía 19 años de edad “era demasiado para una joven como ella tener que velar y lidiar con otros dos adolescentes, mi hermano y yo. Un año después mi abuela paterna vino a la casa y me dijo ‘yo creo que tu me puedes ayudar en la funeraria. Veo en ti un gran talento y carisma para las ventas, así que te vienes conmigo para que aprendas el negocio”. Fue así como Christina llegó a Morales Funeral Home, cuando apenas tenía 18 años y completamente perdida. Sin embargo, hubo algo que le hizo click inmediatamente: entender que, como ella y sus hermanos, muchas familias estaban pasando por un dolor tan similar con la pérdida de un familiar “llegar tan joven a trabajar con mi abuela en este negocio me hizo reflexionar sobre muchas cosas, pero sobre todo entender el dolor de la gente que llegaba a vernos, desesperados ante la muerte de sus seres queridos. Habiendo pasado por este momento tan difícil dos veces y a una edad tan joven, el trabajo me ayudó a cicatrizar mis heridas y también me permitió sensibilizarme con quienes llegaban en busca de ayuda y consuelo”, recuerda.

El proceso de sanación de Christina comenzó a partir de esos momentos, al entender que tenía una misión en la funeraria. Pronto aprendió el negocio, se certificó y se convirtió en la gerente más joven de la industria. Morales Funeral Home ha servido a la comunidad desde 1937 y continúa haciéndolo de una manera cálida y acogedora, porque nadie mejor que ella puede entender el dolor de ante la muerte de un ser querido.
Un negocio que salvó su vida
“Este negocio salvó mi vida. En mi primer día de trabajo yo pude ayudar a alguien, porque entendía exactamente por lo que estaban pasando y me pude identificar con ellos. Yo canalicé mis energías a través de esto y comprendí que en la medida que ayudaba a otros, me ayudaba a mi misma, fue una terapia intensa y por ello me involucré tanto en el negocio”.
Al morir su abuela, Christina heredó el negocio, para ese entonces ya tenía dos hijos y estaba divorciada “comencé a trabajar más fuerte y a estudiar. Sabía que necesitaba educarme para tener mayores oportunidades y no desperdicié ni un minuto en ello. También me di cuenta de que en el sector había que hacer un gran trabajo comunitario para sacar adelante a los chicos del barrio con tan pocas oportunidades para educarse, por ello me fui apasionando del trabajo que venían realizando diferentes organizaciones sin ánimo del lucro, a las cuales continúo ayudando hasta el día de hoy”.
Christina ha sido merecedora de múltiples reconocimientos no solo a nivel local, sino estatal, por su gran corazón y su gran espíritu empresarial, pero sin duda el máximo honor recibido fue precisamente este año cuando fue incluida en el Mural que le rinde homenaje al legado de los México-Americanos en la ciudad de Houston. “La verdad me siento profundamente agradecida por ello, ha sido maravilloso ver que me incluyan junto a grandes líderes en la historia de nuestra ciudad”.
A punto de cumplir sus 50 años de edad, Christina está orgullosa de la familia que Dios le regaló dos maravillosos hijos de 28 y 26 años respectivamente, y sus dos nietos, unos gemelos que se han convertido en su motor.
Hay que trabajar duro
Eso sumado a la pasión de su trabajo y a la organización que creó hace algunos años para incentivar la educación en el área de la Navigation la levantan motivada todos los días “la entrega de los útiles escolares empezó realmente como una idea de mercadeo. Al comienzo entregábamos unos 25 paquetes y este año dimos 2,500. Realmente, inculcar la educación en nuestros jóvenes hispanos se ha convertido en una de mis grandes metas personales”. Para Christina los hispanos no podemos seguir siendo mayoría en número, sino también en liderazgo “todavía tenemos mucho por hacer, tenemos que preparar a nuestros jóvenes y motivarlos para que piensen en grande. Ya es hora de que tengamos el primer alcalde latino, el primer presidente latino. Necesitamos más CEO hispanos que dirijan las grandes corporaciones y eso solo lo podemos hacer a través de la educación”.
Christina no para de aprender. Es egresada del programa 10,000 Small Business de Goldman Sacha, tomó clases de negocios en Stanford y sigue aprendiendo “ahora por ejemplo que el mercadeo ha cambiado tanto, nos enfrentamos a nuevos retos en el negocio, nuevas maneras de hacer las cosas y de llegar a la gente joven, tenemos consumidores más educados que buscan mejores respuestas y excelente servicio”. Esta exitosa empresaria asegura que debemos unir fuerzas porque nuestros jóvenes necesitan más mentores, modelos a seguir, debemos contribuir a la fuerza laboral de una manera profesional y reducir los índices de criminalidad. 70% de los estudiantes en las escuelas públicas del HISD son hispanos, tenemos mucho trabajo por hacer.
Entre otros premios, Christina recibió un premio de la Alcaldía de Houston por su labor como voluntaria en las 12 diferentes organizaciones a las que pertenece.